jueves, 16 de febrero de 2017

"El príncipe destronado", de Miguel Delibes



El frío de la meseta castellana delinea la personalidad de sus habitantes, seca y cortante, minimalista y sin edulcorantes, personalidades de pocas palabras, certeras, directas a la yugular, para bien o para mal, sin adornos ni florituras que compongan contextos falsarios.

Y así, exactamente así, es la prosa de Delibes, honesta y directa, sencilla en apariencia, compleja en el transfondo que arrastra al lector, sin que éste apenas lo perciba, hacia esos lugares comunes, reales o no, pero realistas sin ningún género de dudas.

Unos lugares comunes que se repiten en este "El príncipe destronado", una novela corta que no suele tomarse en cuenta a la hora de loar al escritor pucelano, un craso error de juicio y prejuicio, porque en esta novela, de rápida lectura y lenta digestión, coinciden todas aquellas virtudes de su prosa.

Desde la descripción ajena a los juicios de valor, sin una historia que contar, Delibes construye una novela sobre la visión de un niño de 3 años circunscribiéndola a un solo día de su vida, suficiente para demostrarnos que el ejercicio literario es más sencillo que lo que podríamos pensar y muchos nos quieren hacer creer, al menos para un maestro de la talla del escritor de Valladolid.

Con ingredientes tan escasos la novela nos regala una lectura a dos velocidades, la aparente, el realismo de una familia burguesa española durante los años 60, y la que trasciende, el realismo de una familia burguesa española durante los años 60, ¡allá cada cuál!

No dejes escapar la oportunidad de degustar este ejemplo de literatura de gran calado, sin boato, en el que podrás disfrutar de la sublime interpretación de como se debe presentar y tratar un personaje literario, la madre, desde la insinuación y el anonimato, una presencia ausente que todo lo llena.

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