sábado, 12 de noviembre de 2016

Libro veo, libro quiero



Sí, lo reconozco, soy mi mejor cliente, sé que es un error, que en el manual del buen empresario hay un epígrafe específico al respecto, pero es que no lo puedo evitar, por más que lo intento, y mira que lo hago, pero nada, un día tras otro, sin solución de continuidad, sin fiestas de guardar, sin jirones en el alma.

Día tras días, cerramos a las 21:00, entre que acabamos de recoger, limpiamos y quehaceres varios, debería de ser capaz de salir por la puerta a las 21:15, como mis compañeros, pero nada, imposible, el reloj sigue marcando su tempo indefectiblemente y yo lo miro indiferente, atrapado por las musarañas literarias, tan alejadas de las musas que siempre anduve aguardando.

Me dirigo a la puerta de salida con un propósito firme, y esta vez lo conseguiré, no hay duda, mi fuerza de voluntad puede con todo, debe de poder con todo, pero nada más iniciar mi partida mi cuello gira a la derecha, como si tuviera vida propia, y allí llamándome sin llamar, incitándome sin incitar, veo "Némesis", de Asimov, pobre, tan triste de quedarse toda la noche en la librería, buscando un lugar acogedor en el que dormitar, mis manos, por ejemplo.

Caigo en la tentación y lo abrazo. Sí, he vuelto a caer, otra vez, no tengo perdón,  pero sí, ahora sí, saldré hacia casa, mi mujer me espera, mi hija me aguarda. Giro en la esquina de infantil y, ¡no!, ¡maldición!, "Beltenebros", de Muñoz Molina, pobre, abandonado entre tanto crimen, entre tanto asesinato, entre tanto suspense, pobre Darman, no le puedo dejar allí solo.

Ya son dos libros, ¿qué voy a hacer conmigo? Vivo sin vivir en mí, como dijo la Santa, no, no iré a biografías a buscar la suya, ¡no!, no me interesa la religión, pero, ¿entonces?, por qué mis pies me desobedecen, y allí estamos, pero no cojo esa, mi mente me la juega y ordena a mi mano hacerse con el ejemplar de la biografía de Leonard Cohen, influenciada, por su puesto, por su reciente fallecimiento, ¡tres!, ¡tres!, tres libros.

Esto se me está yendo de las manos, de nuevo, y nadie parece estar dispuesto a ponerle solución, a mi izquierda economía, psicología, detrás cine, ¡no!, ¡no!, solo hay una cosa que puedo hacer, tomo el móvil, marco el número de casa, "Cariño, hoy también llegaré tarde que se me ha liado una cosilla en la librería"

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